
Cada vez que almuerzo junto a mi familia disfrutamos de cada una de las delicias que mi esposa prepara, y porque no decirlo de algunos platillos preparados por mi de vez en cuando… siempre variamos el menú, son platos elaborados sobre la base de aves, vacunos, pescados, granos, verduras, con los cuales se pueden realizar múltiples combinaciones y por lo tanto múltiples manjares.
Así como los almuerzos los temas con los que se pueden preparar un discurso son variados y los manjares resultantes pueden ser múltiples… con o sin acompañamiento, ensalada o postre, con guinda o cereza para el cierre del mismo.
Cada persona puede preparar un discurso como mejor le parezca y lograr los resultados deseados, dando énfasis a uno u otro ingrediente, pero el resultado final tiene mucho que ver con la cantidad de ingredientes y especias que podamos agregar… también con la cocción o tiempo de reposo de las ideas vertidas en la elaboración de un discurso…
Así como la preparación de un almuerzo, los discursos hay que probarlos, experimentar y ¿Por qué no?, equivocarse; eso es común en los chef en la elaboración de las nuevas recetas y esto a fin de que sean de provecho para quienes prepare el manjar.
Al final, el arte de dar un discurso tiene mucho que ver con la capacidad de entender qué palabras son las apropiadas y cuales serán utilizada para dar mayor connotación al tema seleccionado, los tonos de voz, tiempos, posturas; así también la capacidad de quien discursa de conocer a que personas entregará el mensaje y los resultados que espera una vez iniciada la elaboración.
Mi hijo come, pero es selectivo, así como mi hija, mi esposa come todo, yo solo como algunas cosas, pero si el almuerzo no es de mi agrado ¿para que comerlo?, ese es mi pensar y actuar con los discursos, si no tiene una estructura que tenga como mínimo una introducción, seguido de un cuerpo y una conclusión, bueno, puedo asumir que habrá una incoherencia de múltiples temas sin un enfoque claro.
Me he dado cuenta que a pesar de que todos los alimentos son deliciosos, hay en ellos partes que son mucho mas exquisitas que otras y tiene que ver con gustos o circunstancias de la vida en que estemos; así es con los discursos; a pesar que es un discurso estructurado, no todo sirve para mi o las personas, sino que en muchos casos solo porciones del mismo.
No podemos llegar con un discurso a todas las personas…
A pesar que todo alimenta, no todo se asimila.
Como decía, mi hijo es selectivo, mi suegro también, a los tres nos encanta la ensalada de lechuga, mi hijo solo busca el corazón de la lechuga, mi suegro las hojas claras, a mi me gusta todas, pero prefiero las mas oscuras; así, todos comiendo de la misma ensaladera, con el mismo sazón nos gusta solo partes o el todo… Un discursante se puede plantar con un tema en un pulpito, pero a pesar del sazón con que prepara el tema central, no todo será asimilado de la misma forma, solo algunas partes serán de provecho, mi hijo iría por el tema central, yo y mi suegro, tal vez por el como se forma el tema central y como aplicarlo, o el como se llega a ello, pero no lo comeremos del todo.
Puede que un tema sea trascendental, de suma importancia, incluso de salvación, pero si no es preparado y entregado con el máximo cuidado y dedicación que merece, tenga por seguro que por muy importante que sea el mensaje, el mismo será desechado por la audiencia.
No puedes improvisar por improvisar o darte el lujo de plantear un tema por el solo hecho de que llegó a tu mente y lo consideres inspiración, eso no es práctico, eso es perdida de inspiración; parafraseo de Mark Twain acerca de la improvisación:
«Se requieren 3 semanas de preparación para improvisar un discurso de 10 minutos»
No hay que creer que por muy versado que seas o por muchos discursos que hayas preparado, tendrás la capacidad de dar uno sin haber investigado, probado y experimentado aquello que vas a compartir, como dice mi esposa, «no puedes dar lo que no tienes«… Aristóteles filósofo Griego (384 AC-322 AC) decía:
Los discursos inspiran menos confianza que las acciones.
Resumiendo esto último a palabras sencillas: si hablas de amor y no amas a tu familia, ¿como pues, podrás enseñar de amor si bajo tu techo no eres capaz de expresarlo?…
Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? 1 juan 4:20
Eso es en sencillas palabras y esto es para quienes asignan discursos: «es falta de visión dar un tema a una persona para ayudarle a superar un problema» sencillamente no lo ayudará, no es sabio exponer a una persona a un tema del cual es inexperto, y esto es solo porque la receta la desconoce completamente, y para alimentar a las masas se requiere de chefs expertos en temas, con experiencia; experiencias que alimentan, que agradan, que dan oportunidad a ese maestro a que nos lleve a la acción, a que los oyentes experimenten… y aprendan por si mismos.
«…porque cuando un hombre habla por el poder del Santo Espíritu, el poder del Espíritu Santo lo lleva al corazón de los hijos de los hombres». 2 Nefi 33:1.
Un discurso, de 10, 20 o 3 minutos, cualquier tiempo, siempre requiere de preparación, organización, experimentación, para que al igual que un buen almuerzo pueda alimentar, sosegar el estomago o en otras palabras un buen discurso pueda ser alimento para el alma inquieta, triste o atormentada, esto a fin de tener energías y compartir con otros lo que llamamos según entendemos, «el gusto de vivir el evangelio«.